Hemos dicho en nuestro anterior comunicado:

"En virtud de todo lo acreditado, a partir de hoy figurarán en nuestro Cuadro de Deshonor el Intendente Lifschitz y el ex Concejal Ielpi, hoy funcionario.
De todo esto daremos cuenta en los próximos días con material y fundamentos más abundantes e ilustrativos que acompañen a todo lo hasta ahora informado. Este Cuadro de Deshonor es un apartado de nuestra página al que no se accede fácilmente y ha sido nuestro objetivo preservarlo de un uso abusivo que lo degradara a simple lugar de chusmerío. En él no se incluyen los genocidas (para ellos perpetua y ajusticiamiento a como fuera posible) sino quienes aportan a la complicidad, la impunidad y la burla a nuestros caídos y la lucha contra la impunidad."  | VER Sección CUADRO DE DESHONOR|

Comenzamos entonces por el Intendente.

La contigüidad del hasta hoy Intendente de Rosario y en unos días Senador Provincial por el Departamento Rosario y el Frente Progresista Mílicoy Social, Miguel Lifschitz,  con uno de los asesinos de los compañeros Osvaldo Cambiasso y  Eduardo Pereyra Rossi, no puede sino despertar la más viva repugnancia. El Ingeniero Lifschitz no tiene empacho en pavonearse en cuanta oportunidad se le presenta con Victor Hugo Rodriguez, (a) Chuly, Jefe de la Sección Segunda del Destacamento de inteligencia 121 que secuestró para asesinarlos a Cambiasso y Pereyra Rossi. Testimonios de ello son los recientes videos que pueden examinarse en:

Esta cohabitación con uno de los que asaltaron el propio Palacio de los  Leones, con el Capitán de Navío Augusto Félix Cristiani (27/04/1976 -15/04/1981) y Cnel. Hugo Rolando Alfredo Laciar (24/03/1976-27/04/1976) a la cabeza, es la muestra más clara de lo que es ese engendro frentista que gobierna la Provincia. No por casualidad tiene entre sus  integrantes a un Partido de la Dictadura Genocida como es el Partido Demócrata Progresista. Fue precisamente éste el que le proporcionó a tal Dictadura a  Alberto Adolfo Natale como Intendente en el período dictatorial 15/04/1981-28/02/1983.

Obviamente que no está en nuestra consideración la defensa a rajatabla de la democracia burguesa ni sus edificios emblemáticos, y una de las razones es esta precisamente: sabemos que es la máscara  decentede la cara siniestra de la dominación de clase y que, llegado el momento, sin importar cuántos crímenes se hayan cometido contra el pueblo durante los períodos militares, los cívicos se abrazan con los milicos en la fraternidad de clase que los une.

Cuando señalamos pues lo del asalto militar al Palacio de  los  Leones que  habitan Lifschitz y sus cómplices desde hace tiempo, lo único que pretendemos es destacar que la demagogia sobre la libertad y los derechos humanos esconde la real calaña de quienes  no trepidan en compartir payasadas de ricos teatralizando en cuerda de sainete lo que fueron epopeyas nacionales...junto a los genocidas.

El PSP de Lifschitz tiene larga tradición en acreditarse el repudio popular. No son estas palabras una exageración ni una  inauguración de una estampida de invectivas. En los años 70 escuchábamos una y otra  vez corear en las calles “Estevez Boero/es-tan-ciero/si vos  sos socialista/el Papa es guerrillero” tanto como en estas últimas décadas nos acompaña el “No es Socialista/no es Popular/es la derecha  que Gobierna la ciudad”.
Y claro que hacen mérito para merecer que miles de manifestantes lo coreen así.
Insisten en el PDP de Dictadura como haciendo de vicio y desfachatez, virtud:

Por otra parte es un hecho incontrastable que Lifschitz conoce desde hace tiempo la catadura del Chuly Rodriguez. Podemos citar varias notas periodísticas que provocaron estruendo en esta ciudad y en todos los ámbitos políticos.

En el 2004 ya Rodriguez, en un contrasentido total, se exhibía ocultando que lo secundaba otro genocida, Carlos Sfulcini (a) Carlitos (a) Carlos Bianchi, en la Asociación Sanmartiniana Cuna de la Bandera.

Y mientras eso decía (ver recuadro anterior), un fotógrafo del diario lograba a duras penas esta imagen, del mencionado miembro  de la patota.

Sfulcini retratado por el fotógrafo de este diario en 2004,
en la presentación de un libro.

En 2006, en medio de una ofensiva de los genocidas que tuvo enorme repercusión -y que en la ciudad gobernada por Lifschitz originó, por ejemplo, la remisión a la cárcel común del genocida Daniel Amelong que hasta entonces estaba en el resort del Batallón de Fray Luis Beltrán- todo indicaba la activa participación del genocida impune Chuly Rodriguez en operaciones destinadas a frenar los  juicios que comenzaban a tener sus primeros detenidos.

Sin embargo, el Intendente permaneció en estado de gracia, ajeno a las recientes tempestades (la nota sobre la banda de genocidas data de julio del 2006) y montó su corcel en enero de 2007 junto a su casi íntimo gaucho Chuly y se lanzó a una lid de caballería digna de la visión irónico crítica del gran Cervantes (sin ser precisamente un Quijote).

Lifschitz jineteando en la Cordillera.

La iniciativa épica de Lifschitz fue transmitida casi día a día, como lo demuestran estas notas.

No se puede admitir de ninguna manera que un funcionario, electo o designado, pase por encima de  lo que son Derechos Humanos esenciales y a los cuales no les cabe menoscabo ni siquiera por Ley, como está demostrado por nuestra larga lucha por la anulación de las Leyes  de Impunidad, liquidadas por imperio y supremacía de normas internacionales a las cuales deben adecuarse hasta los Parlamentos nacionales. Y cuando decimos que pasa por encima de esos Derechos Humanos, es porque lo hace incluso a caballo, luciendo su investidura para blanqueo de un degenerado como el Chuly Rodriguez.

Lifschitz, en definitiva, es un colaborador de la impunidad, un apoyo de concepto de los genocidas  y como tal, un enemigo de los Derechos Humanos, los cuales requieren para su existencia, el castigo de los asesinos del pueblo y como tantas veces reclamamos, no convivir con ellos. Mucho menos frecuentarlos con honores en mano para entregarles o para aplaudir sus discursos absurdos de facho.

Y una cosa de la máxima importancia y exigencia: Miguel Lifschitz no ha dicho aún una  palabra  respecto a estas cuestiones y permanece en un silencio defensivo de sus amistades genocidas aún después de la revocatoria de los honores que se ha producido en estos días e ignorando, con soberbia de cómplice empecinado, las alternativas que se están dando en el proceso que  se lleva a cabo acá nomás, en San Nicolás.

El 17 de agosto de este año, en el Acto de Homenaje al General San Martín, Lifschitz observa  embelesado al genocida disfrazado de gaucho y de apelativo Chuly, listo para aplaudir su discurso

IMPORTANTE ACLARACIÓN FINAL Esta incorporación de Lifschitz al Cuadro de Deshonor no implica ignorar que el genocida Victor Chuly Rodriguez ha contado con más protecciones políticas del otro partido gobernante en la Provincia hasta el advenimiento del Frente Progresista. De hecho que esta complicidad extendida a, por ejemplo, Jorge Obeid que también homenajeó al imputado de delitos de lesa humanidad -como lo muestra la imagen- o a Norberto Nicotra, un cómplice directo de los genocidas, que  lo nombró en el Concejo Deliberante entre sus  colaboradores, no lo excusa en lo más mínimo. Hacemos la presente aclaración por aventar cualquier interpretación equívoca sobre una inclinación del organismo, pero sobre todo, porque  estando en desarrollo el juicio penal contra Rodriguez y su  banda, no dejaremos  de aportar todo lo que  podamos de aquí en más. Es lo menos que  podemos hacer: insistir obcecadamente en hacer saber la mala calaña de los criminales y sus cómplices. Así, en próximas entregas trataremos de sintetizar lo posible sobre los dos políticos que hemos nombrado, que, bueno es anticiparlo, han protegido a genocidas como  el Barba Cabrera, Riegé, Bernhardt, Teté Correa y más. Los cómplices de la Dictadura no son sólo aquellos  que lucieron su participacionismo al momento del plan sistemático de exterminio, sino los que actualmente abonan con su protección la impunidad, en una actitud que podemos  definir con las  palabras  de las leyes penales, porque aportan para “para preparar, facilitar, consumar, u ocultar otro delito, o para asegurar sus resultados o procurar la impunidad para sí o para otro..."