La UADH está participando en todo lo que los compañeros reunidos en La Plata y Buenos Aires han pedido como expresión de solidaridad en la tarea de lograr la APARICIÓN CON VIDA YA del compañero JORGE JULIO LOPEZ, ex detenido desaparecido que diera un testimonio importantísimo para lograr la condena del genocida Etchecolatz.

Pero a la par no podemos dejar de señalar que A LOS GOBIERNOS NACIONAL Y DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES LES INTERESA MÁS CUÁNTO PUEDE AFECTARLOS ESTE “EPISODIO” QUE LA APARICIÓN DEL COMPAÑERO Y SI LES INTERESA ESTO ES SIMPLEMENTE PARA NO QUEDAR MAL PARADOS.

No puede ser que Arslanián, Ministro de Seguridad de Buenos Aires diga que “se trata de una persona que no ha vuelto a su casa” . Ni más ni menos. Ahora bien: no dice de dónde “no ha vuelto” y ni siquiera repara en el hecho que no sólo que “no ha vuelto”, sino que nadie tiene la más mínima noticia. Hasta ahora van más de 5 días que “no ha vuelto a su casa”.

El menos atento sabe que Jorge Julio Lopez es una de las personas más expuestas de los últimos tiempos y que ha sido amenazado en los últimos tiempos como lo fueron otros testigos, abogados y militantes que han participado en en mantener bajo la atención de todo el pueblo la causa judicial hasta lograr la condena a perpetua avanzando además en la calificación del genocidio. Seguro que es un proceso con una enorme cantidad de definiciones contra los represores de conjunto.

A pesar de todo ello Jorge Julio Lopez es un señor que no volvió a la casa.

Está tan podrida la clase capitalista que pretende responder a los reclamos con sumas de dinero, de modo tal que si en un principio la aparición del compañero valía $ 50.000 para la Provincia , por influencia de la Nación pasó a costar $ 200.000, en una demostración de interés medido con la víscera que más los influye: el bolsillo.

Por su parte el Ministro del Interior de la Nación , Aníbal Fernández, se permite insultarnos en medio de nuestra enorme preocupación declarando que “hay elementos con los que contamos que son demasiado importantes para hacerlos públicos”. Es decir que para los que estamos francamente preocupados –y bien se podría decir angustiados- por la desaparición del compañero, están los datos menores, las tonterías, o porque no, las mentiras. La obligación del Gobierno, y más en un caso como este, es hacer público lo “demasiado importante” precisamente, y no proclamar que el estado de ignorancia respecto a tales “elementos” es el mejor que el pueblo puede tener.

Hacemos este señalamiento de la política que el Gobierno está adoptando en casos de desapariciones como ésta porque lo convierte en más responsable, si es que eso fuera posible.