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jueves, 15 de abril de 2010
Barco

Leer posición de la UADH al fin de la nota*

 

Martes, 13 de abril de 2010

Santa Fe ya tiene la segunda sentencia por delitos de lesa humanidad
15 años para el espía de la dictadura

"Lo importante es que se haya llegado a una condena, no sólo por mí que lo puedo contar sino por aquellos que no pueden contarlo", dijo Ricotti, testigo clave en el juicio al ex agente secreto del Ejército, Horacio Américo Barcos.

Por Juan Carlos Tizziani

Desde la esquina de Primera Junta y 9 de Julio se siguió el juicio por televisión.
El Tribunal Oral Federal condenó ayer a un represor de la dictadura y ex agente secreto del Ejército, Horacio Américo Barcos, a once años de prisión por "privación ilegal de la libertad agravada" y "tormentos" en dos casos, en concurso real, y unificó la pena con otra anterior por "extorsión" a un empresario de Tres Arroyos, en 2003, lo que significa una condena única y efectiva de 15 años de cárcel, hasta el 2025. "Nunca más impunidad en este país", dijo la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Celina Kofman, a poco de salir de la sala de audiencias donde se leyó el veredicto con pañuelos blanco en primera fila.

Barcos operaba como PCI en el Destacamento de Inteligencia Militar 122 de Santa Fe. Lo juzgaron y condenaron por integrar un grupo de tareas que secuestró al historiador y ex dirigente de la CTERA, José Alberto Tur, ya fallecido y a su ex esposa, Amalia Ricotti, en mayo de 1978. Amalia sobrevivió para contarlo, se sobrepuso a tres décadas de impunidad y ayer se la veía con los ojos iluminados, pero feliz. "Se hizo justicia", dijo en la escalinata del Tribunal. La esquina de Primera Junta y 9 de Julio ya estaba repleta de gente, tal como ocurrió en el juicio al ex juez Víctor Brusa y compañía, a fines de diciembre último.
La lectura del veredicto no insumió más de cinco minutos. "Es una sentencia adoptada por unanimidad", dijo el presidente del Tribunal, José María Escobar Cello. Lo secundaron sus colegas Daniel Laborde y María Ivón Vella.
Ricotti se declaró satisfecha por el resultado del juicio. "Estoy conforme. Lo importante es que se haya llegado a una condena, no sólo por mí que lo puedo contar sino por aquellos que no pueden contarlo. Así que ahora voy a seguir acompañando a todos los que deben transitar esta etapa tan difícil", afirmó Amalia. Sus abogados querellantes Horacio Coutaz y Zulema Rivera habían pedido 21 años de cárcel para Barcos. La fiscalía solicitó 15. Y el Tribunal lo condenó a once años, más la unificación de otros cuatro por "extorsión", lo que hace un total de 15 años.
Amalia se lamentó por tantos años de impunidad. "Es una pena que haya pasado tanto tiempo porque, lamentablemente, Alberto no llegó a ver este momento. Un recuerdo muy grande para él."
¿Qué siente en un día como hoy? le preguntó Rosario/12.
Estoy muy emocionada. Lo que siento, si retrocedo en el tiempo, es lo que sentí el día que me secuestraron. Esa sensación que la puedo decir ahora y que pensé: '¿Algún día podré contar, podré decir y podrán escuchar lo que pasó?' Bueno, hoy lo pude contar y me han escuchado. Tengo la justicia a mi lado contestó Amalia.
Usted dijo que era la memoria de Tur ¿Es así?
Sí, de alguna manera soy su memoria. Porque vivimos todo esto juntos, estuvimos juntos en el centro clandestino y comenzamos las denuncias juntos. Lamentablemente, el no lo pudo ver esto y yo lo siento muchísimo expresó Ricotti.
A pesar de la alegría de Amalia, sus abogados tenían otras expectativas. "Hay que resaltar que hubo condena, pero nosotros creemos que había pruebas para una pena más alta", dijo el doctor Coutaz. "Estamos convencidos que hay motivos para solicitar la máxima (21 años). Son delitos de lesa humanidad, muy graves, Amalia y Alberto Tur estuvieron quince días en un centro clandestino sometidos a tormentos y privación ilegal, por un grupo de tareas que operaba desde el Estado y con pretensión de impunidad".
Su colega Zulema Rivera coincidió. "Si no se aplica la máxima para estos delitos, ¿para quién es la máxima?", le planteó Rosario/12. "Eso lo tiene que responder el Tribunal y también la Fiscalía que pidió diez años menos de lo que podría haber pedido", respondió la abogada. "Creo que todavía falta que se tome verdadera conciencia de la gravedad de las conductas como las que se probaron en este juicio".
El director de Investigaciones de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, Jorge Pedraza, también se declaró conforme con el fallo:
"Quizás, por los daños síquicos y físicos a las víctimas le podrían haber dado a Barcos más años de condena, pero es lo que estimó el Tribunal y hay que aceptarlo".

Link a la Nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/rosario/10-23154-2010-04-13.html

_________________________________________

*El título en la página interior, desmerece un poco la excelencia del de tapa, pero la nota señala con honestidad periodística cómo discrepan algunos protagonistas.

En primer lugar, la condena del Tribunal son 11 años por un delito de lesa humanidad. Los otros cuatro, como lo dice en la tapa ( 11 + 4 ) son de una condena de hace décadas, porque la basura siguió operando junto con la burocracia sindical de la UOCRA en beneficio propio y por allí un empresario vinculado, lo acostó. Pero el TOF de Santa Fe le dio 11 años.
Y esta condena es bastante inferior a las que las leyes de Blumberg y Kirchner establecieron para delitos comunes que ellos consideran graves. Cualquiera dirá que esto esta comparación es una pavada, pero no: hace a la diferencia entre “enemigos”. Para Blumberg y Kirchner, el “enemigo” es el chorro, al que por ejemplo, si lo encontraran con un arma, aunque no estuviera haciendo absolutamente nada, por la simple tenencia, le aplicarían una pena de hasta 10 años de prisión, o sea, una tenencia agravada por la condición de “enemigo”. La Ley 25886 lo dice claramente: “El que registrare antecedentes penales por delito doloso contra las personas o con el uso de armas, o se encontrare gozando de una excarcelación o exención de prisión anterior y portare un arma de fuego de cualquier calibre, será reprimido con prisión de CUATRO (4) a DIEZ (10) años.”.

Y ponemos este ejemplo para no apelar a la persecución de los menores, a la reducción de la edad para ser tratados como mayores, a los límites a la excarcelación, etc. Eso sería distractivo, una especie de golpe bajo que no nos permitimos. Los jóvenes, negros y pobres son enemigos también y perseguidos de mil maneras no sólo en el Código Penal, sino en los Códigos menores del fascismo que siempre canta sus himnos de guerra ordenancista y antipopular casi con sordina, como los “trapitos” y los manifestantes de la cara tapada que serán penados en un "código de convivencia" (uno de los alias operativos de la "guerra de baja intensidad").

Ponemos este caso de un reincidente, convicto con excarcelación o con libertad provisoria para que nada enturbie la comparación, para respetar el orden de lo comparable precisamente. Porque digámoslo claramente: al peor del pueblo somos capaces de defenderlo, pero jamás al mejor o pretendidamente más bueno de los genocidas. Más simple aún: es mejor el peor de los nuestros que el mejor de los de ellos.

Como se ve, este enemigo que hemos descripto, tiene una pena por su personalidad enemiga casi idéntica por tener un arma cualquiera -un matagatos digamos- a la que le aplicaron al amigo Barcos por secuestrar, torturar, violar, amenazar, sostener un centro clandestino, sostener una banda armada de genocidas, ser un elemento necesario del genocidio.

Blumberg, Kirchner y toda su comparsa de diputados, senadores y otros cretinos, lo hicieron. Porque no jodamos, cuando se trata de favorecer amigos o grupos económicos bien que vetan leyes a lo guaso y sin embargo esto no lo vetaron.
Pero precisamente esa concurrencia en el mismo objetivo, compartido por todos, con una práctica integrada (proponer, votar en dos cámaras, promulgar) las leyes represivas, hace que se ponga de relieve quiénes son los enemigos del régimen y quienes los amigos.

En segundo lugar, debemos señalar que lo anteriormente dicho no es una larga perorata innecesaria, porque entre los abogados y el periodista razonaban:

"Hay que resaltar que hubo condena, pero nosotros creemos que había pruebas para una pena más alta"..."Estamos convencidos que hay motivos para solicitar la máxima (21 años). Son delitos de lesa humanidad, muy graves, Amalia y Alberto Tur estuvieron quince días en un centro clandestino sometidos a tormentos y privación ilegal, por un grupo de tareas que operaba desde el Estado y con pretensión de impunidad"... "Si no se aplica la máxima para estos delitos, ¿para quién es la máxima?"... "Eso lo tiene que responder el Tribunal y también la Fiscalía que pidió diez años menos de lo que podría haber pedido"... “todavía falta que se tome verdadera conciencia de la gravedad de las conductas como las que se probaron en este juicio".

"Si no se aplica la máxima para estos delitos, ¿para quién es la máxima?"
.
La respuesta que dan los jueces es deducida del orden establecido: a los responsables de la" inseguridad", a los que más arriba dijimos son los que el sistema ha impuesto como enemigos. Para ellos son las penas máximas o próximas a las máximas. Los genocidas no son el enemigo, son los amigos en desgracia de los funcionarios del sistema. Para ellos caben mínimas penas como la dictada, que dista 10 años de lo solicitado por la querella. Y qué notable coincidencia entre el Fiscal con su módico pedido y los jueces.
Y esta entrañable hermandad de pareceres talvez responda a la opinión de la abogada querellante que podemos compartir: “todavía falta que se tome verdadera conciencia de la gravedad de las conductas como las que se probaron en este juicio". Es una esperanza vana si se dirige a la “familia judicial”. Porque hay plena comunidad de entendimiento de estos funcionarios del sistema judicial en que puede que los genocidas “son unos hijos de puta, pero son nuestros hijos de puta”, una concepción para América Latina expresada desde la cúspide de la política imperialista por F.D. Roosvelt, cuando lo afirmó en singular con respecto al dictador de Nicargua, Anastasio Somoza. Creemos que sí han tomado conciencia, pero al modo de la clase capitalista a la cual sirven y van a los bifes: poca condena para tanto crimen.


PERPETUA Y CARCEL COMÚN A TODOS LOS GENOCIDAS.

 

NO OLVIDAMOS - NO PERDONAMOS - NO NOS RECONCILIAMOS
 
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portada susana