Es cierto que muchos son portadores de banderas con la imagen del Che. Y hubo, hay y habrá mucho homenaje.
Pero hay que distinguir al que lleva al Che como estandarte, como divisa, como definición, como símbolo de la lucha, del que realmente lo despoja de toda prenda revolucionaria

En eso estriba una cuestión. En qué representa el Che en la bandera de un destacamento de vanguardia, en sus publicaciones y demás, y qué representa el Che en un Monumento Municipal al Che.
En un caso encabeza las acciones, actuales o en preparación, de guerra de clases asumida. En el otro es la negación lisa y llana.
Sería estúpido creer que el Che del Monumento Municipal, al cuidado de Parques y Paseos y enlistado en el Ente de Turismo de Rosario pueda significar aquello. Representa, estrictamente considerado, la "defunción", como dicen los prolijos administradores del sistema,  no la muerte guerrillera por la bala del enemigo, una forma honrosa de asumir y si es preciso culminar la vida como misión, tal como el mismo Che lo dijera en su Carta de Despedida cuando partió de Cuba para Bolivia.
“Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.”
A la luz de estas palabras, la cosa se torna simple.
Como la Municipalidad de Rosario –y para el caso el Gobierno Provincial y el Nacional - no están inmersos en un proceso de guerra revolucionaria, sino en uno de guerra contrarrevolucionaria cuyo programa es más o menos el de la Ley Antiterrorista que les ordenó sancionar Míster Bush, el Che ahí, en ese bronce, no representa a un comandante guerrillero que simboliza la lucha emprendida por los pueblos hace tiempo y en la que “Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria “.
Es obvio que más resulta capturado que libre entre quienes pretenden seguir su luminoso ejemplo. Pero más aún que eso, entregado. Y, pensamos, los entregadores deberán rendir cuenta por ello.
Lo señala bien Benedetti en su poema que publicamos hace unos días

sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran no mirar

Y como el Che que no puede no mirar, debemos decir que el pueblo vigila.