El viernes 15 de junio, una delegación integrada por compañeros de la UADH asistió a la concentración en Plaza Canadá en la ciudad de Buenos Aires, de la cual partió la marcha hasta los tribunales de Comodoro Py en reclamo una vez más de la libertad para los compañeros Raúl “Boli” Lescano, Fernando Esteche, Martín “Pantera” Lizzano y Joaquín Isassi. Sin embargo no logramos concluir con la actividad, debido a un retraso en el inicio que nos obligó a salir rápidamente para poder concretar la visita dispuesta a los presos políticos del MPR Quebracho en la cárcel de Ezeiza.

El cumplimiento de esta obligación política que debe sentir todo aquel que dice comprometerse con la defensa de los Derechos Humanos, nos ha dejado en el organismo –además de una especie de gratificación moral, única a la que esperamos encontrar – una concepción de compromiso aún mayor que será cumplido todas las veces que sea necesario si la suerte de los compañeros sigue siendo signada por la voluntad represiva del sistema que aspira a mantenerlos tras las rejas.

Por supuesto que la charla con los compañeros ha sido de gran instrucción para nosotros, porque se trata del conocimiento directo y preciso de la situación. Pero no evitaremos decir que fue una ocasión muy emotiva, de esas que hacen que los sentimientos se afinen y pensemos que los visitados hemos sido nosotros, agradecidos como estamos a esa disposición y entereza con que convirtieron una larga charla en el encierro en el ejercicio de un acto de verdadera libertad y fraternal disfrute de lo que nunca podrán encarcelar: el sentido compartido de la lucha y las aspiraciones revolucionarias.

Más allá de lo que siempre corre el riesgo de parecer anecdótico, queremos dejar claramente establecido que está en el programa elemental de cualquiera que reivindique una verdadera predisposición a la lucha en sus concepciones, romper el aislamiento que pretende imponer la mano de los capitalistas a los que caen bajo el poder de un aparato represivo que cada vez más obra con esmerada coherencia contra el atrevimiento del pueblo a organizarse.

A los luchadores se los persigue y se les aplica todo el peso de las leyes patronales que se pueda lograr, el que a veces, como en este caso, sepulta hasta el más elemental rasgo de racionalidad, ya que ni las acusaciones están siquiera pálidamente fundadas, ni los argumentos legales –por injustos que fueran- reúnen los mínimos requisitos de concordancia.

Y si en los hechos no hay prueba alguna, si en lo legal no hay fundamento suficiente, debemos concluir que se está persiguiendo y tomando prisioneros por el hecho de actuar organizadamente y con propósitos programáticos, o sea, se está castigando la militancia organizada.

El caso de los compañeros de Quebracho es un anticipo brutal – incluido el secuestro del Boli Lescano - de lo que ahora demuestra en un cuadro repugnante la Ley Antiterrorista.

Nuestra impresión - por los antecedentes del mensaje claro en diversos escritos y conductas y por advertir en varias horas compartidas su estado de ánimo y sostenida decisión - es que los compañeros agregan a la obligación política que señalábamos, la valiosísima actitud de reivindicar sus concepciones, que, compartidas o no por nosotros o quienquiera que sean, se presentan como un ejemplo de defensa del derecho del pueblo a organizarse para resistir las inclemencias de los Gobiernos cipayos y proimperialistas y elegir el modo en que la resistencia se pone en práctica respetando la disciplina a sus concepciones.

Históricamente nuestro pueblo, junto a los oprimidos y explotados del mundo entero, necesitaron y necesitan de esa virtud que consiste en ser fiel a la opinión que se tiene y la decisión que se toma.

El Imperialismo ha trazado una matriz represiva para América Latina y el conjunto de los países dependientes del planeta y su forma está perfectamente delimitada en la Ley Antiterrorista. Su contenido denota que más allá de un hecho aislado se persigue y se perseguirá aún más a la organización, que puede más que cualquier acción puntual y aislada en el tiempo. Debemos romper esa legalidad que pretende aprisionar la voluntad de organizarse para vencer.

Para hacerlo debemos reducir a la mínima expresión el efecto de cualquier ataque a la organización popular y mostrarle al enemigo que la solidaridad popular va mucho más allá que todas sus reglas de restricción. No podemos permitir ni la injusticia ni la pretensión de suprimir el derecho a luchar organizadamente.

El enemigo sabe que al calor de tanta pelea denodada contra el régimen de explotación y miseria surge la conciencia de que a la futura sociedad justa no se llega sin organización y estrategia, y ha legislado la barbarie para reforzar la custodia de sus intereses persiguiendo a quienes pueden extender, atar y profundizar la vinculación entre tantos luchadores como existen en nuestro país.

Desde nuestra simple condición de un organismo que pretende aportar con acción y principios a la lucha de todos aquellos que se muestren consecuentes en las acciones contra el Gobierno proimperialista, hacemos un llamado a visitar a los presos, a escribirles, a colaborar en la colecta de todo tipo de elementos que necesiten, desde ciertas mercaderías hasta libros y escritos o tarjetas telefónicas.

En este sentido nos ofrecemos como un vínculo con quienes están organizando la solidaridad en estos momentos, poniendo a disposición de quien quiera sumarse, nuestros teléfonos, nuestros correos y nuestro local, a fin de ver las formas más efectivas de concretar iniciativas de apoyo a los compañeros encarcelados. De todos modos al pie de esta nota figuran los teléfonos y direcciones para una comunicación directa con las organizaciones que cumplen con esta tarea en Buenos Aires.

Para visitar a los compañeros:

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Por teléfono hacerlo al 0221 15 419 1400 o al (011) 15 5610 9563